Querido diario,

Hoy quiero compartir algo que muchas veces me ha quemado por dentro y que, por fin, me atrevo a poner en palabras.
Tal vez tú también lo hayas sentido alguna vez… ese fuego que no pide permiso.

Me hierve el cuerpo...
No sé cómo explicarlo. Es una mezcla de calor, ansiedad... y deseo.
Hay momentos en los que siento una necesidad tan intensa de tener sexo, de sentir contacto físico, que todo lo demás simplemente desaparece.

Desde que tengo memoria, el ardor ha estado ahí, como una llama difícil de apagar.
A veces me siento como si entrara en un estado de embriaguez.
Me nubla la mente. Me domina.

Y sabes qué... ahora me permito sentirlo.
Ahora me dejo llevar.

Pero no siempre fue así.
Crecí con una educación que me decía que eso estaba mal, que desear era peligroso, sucio, inapropiado.
Tenía miedo... miedo de las consecuencias, del juicio, del qué dirán.
Y ese miedo me encerró durante mucho tiempo en una cárcel invisible.

Hasta que me rebelé.

Sí, me rebelé contra esa voz que me decía que no debía, que no podía.
Hoy estoy aquí para redescubrirme. Para explorar placeres que durante años creí prohibidos.

Porque el cuerpo no miente.
Y cuando habla... yo he aprendido a escucharlo.

Gracias por leerme.
Si alguna vez sentiste lo mismo, quiero que sepas que no estás sola.
Aquí, en este rincón secreto, podemos ser nosotras sin culpa, sin miedo, sin filtros.

Con fuego en la piel y amor propio en el alma,
Marla